LIBRO ROJO ,EL MAESTRO DEL AMOR EDITORIAL GRAFFITI,LIBRO,AMARILLO,LA CIENCIA DE VIVIR,ED MAQUIEIRA,

..............................PESADILLAS,PLATAFORMA,ECOLOGISTA,ADAN,NADA,LATINOAMERICAADAN-NADA EN LATINOAMERICA...FALTA PLATAFORMA ECOLOGISTA EDITORIAL 2000LIBRO ROJO ,EL MAESTRO DEL AMOR EDITORIAL GRAFFITI,LIBRO,AMARILLO,LA CIENCIA DE VIVIR,,ADAMNOTHING...

domingo, 11 de mayo de 2014

ABUELAS QUE CRIAN A SUS NIETOS,DOS VECES MADRES Y GENTE QUE PARE Y NO ASUME LA MATERNIDAD O PATERNIDAD

Sergio A. Hincapié V. 1 hora · Editado · LOS DEPENDIENTES...MIEDOSOS...CONCHUDOS...QUE NO SE DESTETAN NUNCA...QUE JODEN HASTA LA MUERTE...Y CUANDO MENOS SE PIENSA...LE LLEVAN HASTA LA MUJER PARA LA CASA...Y LOS NIETOS, PARA QUE LA ABUELA SIGA CRIANDO MUCHACHITOS POR SIEMPRE...DEJEN DESCANSAR MAMONES....QUE LAS MAMÁS TAMBIÉN SON MUJERES...PA FUERA...PA LA CALLE... “¿Para qué irnos a vivir juntos si así estamos bárbaro?” es una respuesta común en parejas de veintilargos a gente mayor que no comprende las relaciones a larga distancia. Y es que las cosas cambiaron: el amor ya no tiene que ver con papeles – casi se podría decir que es al revés – y la comodidad de vivir con mamá y papá cada vez pesa más. Dividiendo culpas en 50 y 50, padres sobreprotectores e hijos mimados son la receta más sugestiva del siglo XXI. Por supuesto que los problemas económicos – entre préstamos e hipotecas – es uno de los principales impedimentos, pero la comodidad no se queda atrás. Esto de cocinar y lavarse la ropa solos no es para todo el mundo, y cada vez más estos adolescentes tardíos eligen el fuego del hogar familiar ante la frialdad del departamento de soltero. Esto podría perjudicar a las relaciones de pareja, porque la proyección a futuro se ve nublada por el temor de la convivencia. En ocasiones, la soledad de alguno de los padres separados contribuye a fomentar la vida en casa después de los 30. Cada uno con sus horarios, sin molestar a nadie. Sin embargo, este stop en la madurez implica una falta de compromiso que a veces no tiene vuelta atrás. Esta dependencia – muchas veces generada por los mismos padres – lleva a una falta de responsabilidades y obligaciones propias de la edad, que pasan a un segundo plano. Otra de las consecuencias es que la convivencia con una persona extra – fuera del círculo familiar – se hace cada vez más difícil por la cotidianeidad no compartida y la falta de versatilidad para con el otro. La privacidad ya no parece ser imprescindible y las prioridades son otras a la hora de invertir los ahorros. La inestabilidad financiera mundial no contribuye, tampoco los temores de arriesgarse a la convivencia con alguien más, pero es importante evaluar los tips a favor en base al crecimiento y la independencia que brindan el hecho de dejar el hogar – tanto para el hijo como para sus padres -. Hay que reconocer que las facilidades no son muchas para quienes deciden emprender el hogar propio: las burocracias administrativas se adueñan de gran parte del dinero y los departamentos modernos son cada vez más chicos. Sin embargo, es un paso que no hay que ignorar pese a lo confortable que pueda resultar el hogar de la niñez. Este cambio incluye a padres e hijos: los primeros deberían dejar de brindar un hogar tan cálido y confortable; los segundos, empezar a priorizar otros factores como el crecimiento personal y la independencia económica. LOS DEPENDIENTES...MIEDOSOS...CONCHUDOS...QUE NO SE DESTETAN NUNCA...QUE JODEN HASTA LA MUERTE...Y CUANDO MENOS SE PIENSA...LE LLEVAN HASTA LA MUJER PARA LA CASA...Y LOS NIETOS, PARA QUE LA ABUELA SIGA CRIANDO MUCHACHITOS POR SIEMPRE...DEJEN DESCANSAR MAMONES....QUE LAS MAMÁS TAMBIÉN SON MUJERES...PA FUERA...PA LA CALLE... “¿Para qué irnos a vivir juntos si así estamos bárbaro?” es una respuesta común en parejas de veintilargos a gente mayor que no comprende las relaciones a larga distancia. Y es que las cosas cambiaron: el amor ya no tiene que ver con papeles – casi se podría decir que es al revés – y la comodidad de vivir con mamá y papá cada vez pesa más. Dividiendo culpas en 50 y 50, padres sobreprotectores e hijos mimados son la receta más sugestiva del siglo XXI. Por supuesto que los problemas económicos – entre préstamos e hipotecas – es uno de los principales impedimentos, pero la comodidad no se queda atrás. Esto de cocinar y lavarse la ropa solos no es para todo el mundo, y cada vez más estos adolescentes tardíos eligen el fuego del hogar familiar ante la frialdad del departamento de soltero. Esto podría perjudicar a las relaciones de pareja, porque la proyección a futuro se ve nublada por el temor de la convivencia. En ocasiones, la soledad de alguno de los padres separados contribuye a fomentar la vida en casa después de los 30. Cada uno con sus horarios, sin molestar a nadie. Sin embargo, este stop en la madurez implica una falta de compromiso que a veces no tiene vuelta atrás. Esta dependencia – muchas veces generada por los mismos padres – lleva a una falta de responsabilidades y obligaciones propias de la edad, que pasan a un segundo plano. Otra de las consecuencias es que la convivencia con una persona extra – fuera del círculo familiar – se hace cada vez más difícil por la cotidianeidad no compartida y la falta de versatilidad para con el otro. La privacidad ya no parece ser imprescindible y las prioridades son otras a la hora de invertir los ahorros. La inestabilidad financiera mundial no contribuye, tampoco los temores de arriesgarse a la convivencia con alguien más, pero es importante evaluar los tips a favor en base al crecimiento y la independencia que brindan el hecho de dejar el hogar – tanto para el hijo como para sus padres -. Hay que reconocer que las facilidades no son muchas para quienes deciden emprender el hogar propio: las burocracias administrativas se adueñan de gran parte del dinero y los departamentos modernos son cada vez más chicos. Sin embargo, es un paso que no hay que ignorar pese a lo confortable que pueda resultar el hogar de la niñez. Este cambio incluye a padres e hijos: los primeros deberían dejar de brindar un hogar tan cálido y confortable; los segundos, empezar a priorizar otros factores como el crecimiento personal y la independencia económica. Me gusta · · Compartir A Sergio A. Hincapié V. le gusta esto. Sergio A. Hincapié V. Comodidad, dificultades económicas, temores, inestabilidad, inseguridad. Dejar el nido se hace cada vez más difícil, y ni hablar de la vida en pareja. ¿Por qué motivos la adolescencia empezó a invadir los primeros años de la adultez, dejando resabios de inmadurez y falta de compromiso? 1 hora · Me gusta · 2 Lucia Alvarez La responsabilidad es de ambas partes, los padres que aceptan esa convivencia, relegan hasta su tiempo por cuidar, los nietos, ser participes de discusiones de pareja, y hasta muchas veces ayudarlos econòmicamnte, No los estas ayudando, no los dejas crecer, golpearse, aprender a vivir en este mundo, que se hagan cargo de su vida y los hijos por comodidad, por un grado de inmadurez, se insalan en la cas de los padres, total tengo todo servido.. Es hora que se hagan cargo de su vida y sus reponsabilidades... 1 hora · Me gusta · 1 Tango Uruguay Rioplatense Sur Sergio A. Hincapié V. 2 horas · "Si me fuera a vivir sola, no podría mantener mi estilo de vida. Gasto mucha plata en salidas, ropa y zapatos", dice Mercedes Regueira, 25 años, a punto de recibirse de licenciada en Ciencias Económicas. "Cuando era chico, me imaginaba que a esta edad iba a estar casado. No sabía la cantidad de plata que se necesitaba", sostiene Alejandro Trimarchi, 28 años, profesor de Ciencias Religiosas y estudiante de Psicología. "Hoy para vivir solo, hay que hacer un esfuerzo ext... Ver más "Si me fuera a vivir sola, no podría mantener mi estilo de vida. Gasto mucha plata en salidas, ropa y zapatos", dice Mercedes Regueira, 25 años, a punto de recibirse de licenciada en Ciencias Económicas. "Cuando era chico, me imaginaba que a esta edad iba a estar casado. No sabía la cantidad de plata que se necesitaba", sostiene Alejandro Trimarchi, 28 años, profesor de Ciencias Religiosas y estudiante de Psicología. "Hoy para vivir solo, hay que hacer un esfuerzo extra humano", agrega María del Pilar Bravo, 26 años, técnica en Relaciones Públicas. "Estoy muy cómodo con mi familia. Ahora mi prioridad es perfeccionarme profesionalmente ", afirma Máximo Repetto, 26 años, ingeniero industrial. Estos testimonios y muchísimos más indican una nueva tendencia: los jóvenes de hoy -que ya cruzaron la barrera de los veinticinco años y, en muchos casos, trabajan y estudian, o ya son profesionales- se niegan a dejar la casa de mamá y papá. Algunos adoptan esta postura porque la plata no les alcanza para mantenerse solos; otros, porque son eternos estudiantes. Aunque también influyen la falta de madurez y una actitud demasiado permisiva de los padres. Los especialistas hablan de una nueva familia: formada íntegramente por adultos, de nuevos acuerdos de convivencia, de falta de responsabilidad, y de adolescencias prolongadas por una negación al compromiso. Aquí, los testimonios de todas las partes: hijos, padres, psicólogos y sociólogos. Alargar la crianza "La mayor libertad familiar que existe hoy (una característica innegable de nuestros tiempos) -asegura el psicólogo Alejandro Rozitchner- tiene sus consecuencias a favor y en contra. Si bien existe la cercanía, hay dificultad de madurar. Hay libertad y entendimiento, pero también indiferenciación entre padres e hijos. Esto provoca un límite en los desarrollos personales de ambos". Parte de esta dicotomía de sensaciones que se produce en el hogar, cuando ya se pasaron los veintipico, la padece en carne propia María del Pilar Bravo (26). Ella experimentó la independencia cuando decidió mudarse con su novio. Pero las cosas no funcionaron y ahora comparte otra vez el techo con su madre y sus hermanos. "La vuelta a casa fue muy difícil. Tuve que re-adaptarme a los horarios de los demás, resignar mis propios espacios y la libertad de invitar a mis amigos en cualquier momento. Por otra par te, también reconozco que disfruto de la vida en familia. Soy muy compañera de mi hermana y nos divertimos juntas", asegura Pilar, que trabaja en organización de eventos, congresos y exposiciones. Esta ambivalencia se repite en Alejandro Trimarchi (28) que aún vive con sus cuatro hermanos y sus padres y trabaja como docente. "Cuando hay varios adultos viviendo juntos, las cosas se complican -dice-. Nos chocamos, la casa se vuelve cada vez más chica y los horarios y las costumbres se distancian más. Cuando quiero leer, es todo un tema: mi hermano duerme y la luz le molesta. Y en el momento en que me gustaría descansar, él quiere practicar con su guitarra. Es difícil. Por otra parte, reconozco que me encanta tener a alguien con quien hablar cuando vuelvo de la facultad y disfruto el echo de comer en familia." Esta posibilidad de ser profesionales y, a la vez, seguir disfrutando de las ventajas de ser hijo tiene que ver con que, en los últimos tiempos, se disminuyeron las presiones sociales para casarse y tener hijos. Según la socióloga Silvia Barbieri, "Hoy en nuestro país es común ver a chicos de más de 25 años viviendo con papá y mamá. Es que, en general, los padres de estos jóvenes son más flexibles y comprensivos. Algunos hasta permiten que los/as novio/as duerman en el cuarto del hijo. En estos casos, las relaciones de familia cambian: se comparten los gastos, se hacen acuerdos de convivencia y reina un ambiente de camaradería ." #separador Una formación infinita Estudiar más de una carrera, especializarse en el exterior, iniciar una pasantía no rentada, hacer infinitos cursos... Los jóvenes de hoy parecen no querer dejar nunca de ser estudiantes. Prefieren invertir sus ahorros en capacitación laboral antes de lanzarse a la tan famosa independencia. "En estos tiempos que corren, parece ser más importante el perfeccionamiento laboral que la casa propia -continúa con su análisis la socióloga Barbieri-. Esto es posible porque en estas casas, en general, prevalecen la comprensión y la conciliación. Los padres suelen ser jóvenes y activos". Un buen ejemplo de lo que Barbieri teoriza es Máximo Repetto (26), un ingeniero industrial que trabaja en la gerencia de medio ambiente de Aeropuertos 2000. "Si quisiera, ahora podría mudarme solo -confiesa Máximo-, pero la verdad es que prefiero destinar ese dinero a un master en el exterior. Por suert e, tengo muy buena relación con mi familia, estoy muy cómodo, tengo libertades y nadie me corre para dejar mi casa. Sin dudas, el día que me vaya los voy a extrañar". En su caso, Máximo cuenta con el apoyo total de sus padres: "Deseo que él cumpla con todos sus deseos y consiga estudiar afuera como pretende -asegura Inés, su mamá y continúa-. Tenemos una muy buena relación y sé que acá está muy cómodo. Quiero que aproveche este momento de su vida y cumpla todas sus metas". Sin embargo, la psicóloga y presidente de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, Irene Loyácono, advierte: "Los padres que han sido demasiado permisivos con sus hijos les generan menos necesidad de independencia y, a la vez, les dan menos armas para enfrentar el mundo, una total falta de templanza. El seno de las familias acomodadas educó jóvenes poco tolerantes a las frustraciones. De all& iacute; que la gran mayoría de estos chicos no quiere menos que un tres ambientes bien ubicado para empezar su propia vida". Miedo a desplegar las alas Que la crisis económica no da tregua es un hecho irrefutable. Chicos que tienen trabajo y ahorros temen no poder conservarlos y por eso se niegan a abandonar el nido. "Creo que la mayoría de mis amigos -dice María del Pilar-, no se puede independizar por la terrible crisis que atraviesa el país. Hoy nadie tiene asegurada su continuidad en una empresa". En esto, coinciden Máximo, Mercedes y Alejandro: "La situación económica está muy difícil y cada vez se necesita más tiempo para juntar plata y casarte o irte a vivir solo". Sin embargo, ellos también reconocen que hay cierta comodidad en esta actitud. Alejandro admite que "ninguno de mis amigos vive solo: algunos porque no tienen plata y otros, simplemente, porque están cómodos con sus padres". Mercedes va más allá y asegura: "Trabajo en un banco privado y tengo mi propio sueldo. En casa estoy muy c ómoda: me preparan la comida, me lavan y planchan la ropa, no me exigen que participe de las tareas de la casa ni que aporte a la economía familiar. ¿Qué más puedo pedir? Todo esto me permite usar mi tiempo libre para terminar de estudiar. Y, si bien estoy ahorrando para mudarme sola, por ahora prefiero dedicarme a mi carrera y darme mis gustos. No me gustaría vivir como algunas de mis amigas que, por dejar a sus familias, están siempre ahorcadas y temen perder sus empleos. Tienen más libertades, pero viven preocupadas." Y en esto los especialistas también alzan la voz. Para Rozitchner, la familia tiene dos aspectos muy diferenciados: "Por un lado, es un refugio que protege; por el otro, es un refugio que impide crecer. La cuestión es lograr el equilibrio." Loyácono es más dura y afirma: "Estas adolescencias más prolongadas tienen que ver con chicos de maduración lenta y que retrasan su autonom&iac ute;a por la comodidad del hogar. Esto -en algunos casos- produce malestar y hasta el deseo de los propios padres a que el hijo abandone el techo familiar. Así, y de una vez por todas, desean poner punto final a un proceso de crianza que pareciera casi eterno." Finalmente, la socióloga Barbieri ve más aspectos positivos que negativos en este fenómeno: "Lo veo más como una postergación que como una negación a asumir compromisos. Personalmente, creo que los integrantes de esta nueva ´familia de adultos´ se enriquecen, porque cada uno hace su aporte y la información que se comparte es variadísima". #separador Lo primero es la familia Gabriela Sabatini y Andrea del Boca son dos símbolos de jóvenes exitosas que hasta pasados los 26 se negaron a dejar la casa paterna. Para justificar su decisión, la tenista decía: No me siento obligada a dejar la casa de mis padres. Allí me siento muy cómoda y disfruto de su compañía. Siempre fuimos una familia muy unida y, cuando me tocaba viajar por mi profesión, los extrañaba horrores. Por eso, ahora ni se me cruza por la cabeza estar sola." Mucho se dijo de los del Boca, que eran un clan, que no dejaban a Andrea ni a sol ni a sombra, que la hicieron trabajar desde muy chica. Pero lo cierto es que la actriz (36), hoy madre de una beba -Anna, de casi un año- continúa eligiendo a su familia. Hace poco afirmó: "No sé si voy a vivir para siempre con mis padres. Tal vez, en un futuro cercano, busque un lugar para estar con mi hija. Pero no estoy apurada, siempre me sentí ; muy apoyada por ellos. Además, no soy una mujer solitaria, me gusta estar con alguien. Nosotros somos muy tanos, pero ojo, mis padres nunca me coartaron la libertad." Me gusta · · Compartir A Sergio A. Hincapié V. y Lucia Alvarez les gusta esto. Lucia Alvarez Por una situacioòn que da a debate sociologico, el no abandonar la casa de los padres, aùn siendo exitosos, y conlleva relaciones intrafamiliares muchas veces rìspida, somos adultos, con formas de vida diferente, y cada uno desea seguir llevando su ritmo de vida, sin darse cuenta que ya no viven solos, y que hay que adaptarse a convivir con otros, respetando tiempos y espacios, en los casos de Sabattini y Del Boca, dos profesionales conocidas en sus especialidades, hay tamibèn una inmadurez notoria..El no querer crecer... 1 hora · Me gusta · 1 Tango Uruguay Rioplatense Sur Sergio A. Hincapié V. 2 horas · "Si me fuera a vivir sola, no podría mantener mi estilo de vida. Gasto mucha plata en salidas, ropa y zapatos", dice Mercedes Regueira, 25 años, a punto de recibirse de licenciada en Ciencias Económicas. "Cuando era chico, me imaginaba que a esta edad iba a estar casado. No sabía la cantidad de plata que se necesitaba", sostiene Alejandro Trimarchi, 28 años, profesor de Ciencias Religiosas y estudiante de Psicología. "Hoy para vivir solo, hay que hacer un esfuerzo extra humano", agrega María del Pilar Bravo, 26 años, técnica en Relaciones Públicas. "Estoy muy cómodo con mi familia. Ahora mi prioridad es perfeccionarme profesionalmente ", afirma Máximo Repetto, 26 años, ingeniero industrial. Estos testimonios y muchísimos más indican una nueva tendencia: los jóvenes de hoy -que ya cruzaron la barrera de los veinticinco años y, en muchos casos, trabajan y estudian, o ya son profesionales- se niegan a dejar la casa de mamá y papá. Algunos adoptan esta postura porque la plata no les alcanza para mantenerse solos; otros, porque son eternos estudiantes. Aunque también influyen la falta de madurez y una actitud demasiado permisiva de los padres. Los especialistas hablan de una nueva familia: formada íntegramente por adultos, de nuevos acuerdos de convivencia, de falta de responsabilidad, y de adolescencias prolongadas por una negación al compromiso. Aquí, los testimonios de todas las partes: hijos, padres, psicólogos y sociólogos. Alargar la crianza "La mayor libertad familiar que existe hoy (una característica innegable de nuestros tiempos) -asegura el psicólogo Alejandro Rozitchner- tiene sus consecuencias a favor y en contra. Si bien existe la cercanía, hay dificultad de madurar. Hay libertad y entendimiento, pero también indiferenciación entre padres e hijos. Esto provoca un límite en los desarrollos personales de ambos". Parte de esta dicotomía de sensaciones que se produce en el hogar, cuando ya se pasaron los veintipico, la padece en carne propia María del Pilar Bravo (26). Ella experimentó la independencia cuando decidió mudarse con su novio. Pero las cosas no funcionaron y ahora comparte otra vez el techo con su madre y sus hermanos. "La vuelta a casa fue muy difícil. Tuve que re-adaptarme a los horarios de los demás, resignar mis propios espacios y la libertad de invitar a mis amigos en cualquier momento. Por otra par te, también reconozco que disfruto de la vida en familia. Soy muy compañera de mi hermana y nos divertimos juntas", asegura Pilar, que trabaja en organización de eventos, congresos y exposiciones. Esta ambivalencia se repite en Alejandro Trimarchi (28) que aún vive con sus cuatro hermanos y sus padres y trabaja como docente. "Cuando hay varios adultos viviendo juntos, las cosas se complican -dice-. Nos chocamos, la casa se vuelve cada vez más chica y los horarios y las costumbres se distancian más. Cuando quiero leer, es todo un tema: mi hermano duerme y la luz le molesta. Y en el momento en que me gustaría descansar, él quiere practicar con su guitarra. Es difícil. Por otra parte, reconozco que me encanta tener a alguien con quien hablar cuando vuelvo de la facultad y disfruto el echo de comer en familia." Esta posibilidad de ser profesionales y, a la vez, seguir disfrutando de las ventajas de ser hijo tiene que ver con que, en los últimos tiempos, se disminuyeron las presiones sociales para casarse y tener hijos. Según la socióloga Silvia Barbieri, "Hoy en nuestro país es común ver a chicos de más de 25 años viviendo con papá y mamá. Es que, en general, los padres de estos jóvenes son más flexibles y comprensivos. Algunos hasta permiten que los/as novio/as duerman en el cuarto del hijo. En estos casos, las relaciones de familia cambian: se comparten los gastos, se hacen acuerdos de convivencia y reina un ambiente de camaradería ." ‪#‎separador‬ Una formación infinita Estudiar más de una carrera, especializarse en el exterior, iniciar una pasantía no rentada, hacer infinitos cursos... Los jóvenes de hoy parecen no querer dejar nunca de ser estudiantes. Prefieren invertir sus ahorros en capacitación laboral antes de lanzarse a la tan famosa independencia. "En estos tiempos que corren, parece ser más importante el perfeccionamiento laboral que la casa propia -continúa con su análisis la socióloga Barbieri-. Esto es posible porque en estas casas, en general, prevalecen la comprensión y la conciliación. Los padres suelen ser jóvenes y activos". Un buen ejemplo de lo que Barbieri teoriza es Máximo Repetto (26), un ingeniero industrial que trabaja en la gerencia de medio ambiente de Aeropuertos 2000. "Si quisiera, ahora podría mudarme solo -confiesa Máximo-, pero la verdad es que prefiero destinar ese dinero a un master en el exterior. Por suert e, tengo muy buena relación con mi familia, estoy muy cómodo, tengo libertades y nadie me corre para dejar mi casa. Sin dudas, el día que me vaya los voy a extrañar". En su caso, Máximo cuenta con el apoyo total de sus padres: "Deseo que él cumpla con todos sus deseos y consiga estudiar afuera como pretende -asegura Inés, su mamá y continúa-. Tenemos una muy buena relación y sé que acá está muy cómodo. Quiero que aproveche este momento de su vida y cumpla todas sus metas". Sin embargo, la psicóloga y presidente de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, Irene Loyácono, advierte: "Los padres que han sido demasiado permisivos con sus hijos les generan menos necesidad de independencia y, a la vez, les dan menos armas para enfrentar el mundo, una total falta de templanza. El seno de las familias acomodadas educó jóvenes poco tolerantes a las frustraciones. De all& iacute; que la gran mayoría de estos chicos no quiere menos que un tres ambientes bien ubicado para empezar su propia vida". Miedo a desplegar las alas Que la crisis económica no da tregua es un hecho irrefutable. Chicos que tienen trabajo y ahorros temen no poder conservarlos y por eso se niegan a abandonar el nido. "Creo que la mayoría de mis amigos -dice María del Pilar-, no se puede independizar por la terrible crisis que atraviesa el país. Hoy nadie tiene asegurada su continuidad en una empresa". En esto, coinciden Máximo, Mercedes y Alejandro: "La situación económica está muy difícil y cada vez se necesita más tiempo para juntar plata y casarte o irte a vivir solo". Sin embargo, ellos también reconocen que hay cierta comodidad en esta actitud. Alejandro admite que "ninguno de mis amigos vive solo: algunos porque no tienen plata y otros, simplemente, porque están cómodos con sus padres". Mercedes va más allá y asegura: "Trabajo en un banco privado y tengo mi propio sueldo. En casa estoy muy c ómoda: me preparan la comida, me lavan y planchan la ropa, no me exigen que participe de las tareas de la casa ni que aporte a la economía familiar. ¿Qué más puedo pedir? Todo esto me permite usar mi tiempo libre para terminar de estudiar. Y, si bien estoy ahorrando para mudarme sola, por ahora prefiero dedicarme a mi carrera y darme mis gustos. No me gustaría vivir como algunas de mis amigas que, por dejar a sus familias, están siempre ahorcadas y temen perder sus empleos. Tienen más libertades, pero viven preocupadas." Y en esto los especialistas también alzan la voz. Para Rozitchner, la familia tiene dos aspectos muy diferenciados: "Por un lado, es un refugio que protege; por el otro, es un refugio que impide crecer. La cuestión es lograr el equilibrio." Loyácono es más dura y afirma: "Estas adolescencias más prolongadas tienen que ver con chicos de maduración lenta y que retrasan su autonom&iac ute;a por la comodidad del hogar. Esto -en algunos casos- produce malestar y hasta el deseo de los propios padres a que el hijo abandone el techo familiar. Así, y de una vez por todas, desean poner punto final a un proceso de crianza que pareciera casi eterno." Finalmente, la socióloga Barbieri ve más aspectos positivos que negativos en este fenómeno: "Lo veo más como una postergación que como una negación a asumir compromisos. Personalmente, creo que los integrantes de esta nueva ´familia de adultos´ se enriquecen, porque cada uno hace su aporte y la información que se comparte es variadísima". #separador Lo primero es la familia Gabriela Sabatini y Andrea del Boca son dos símbolos de jóvenes exitosas que hasta pasados los 26 se negaron a dejar la casa paterna. Para justificar su decisión, la tenista decía: No me siento obligada a dejar la casa de mis padres. Allí me siento muy cómoda y disfruto de su compañía. Siempre fuimos una familia muy unida y, cuando me tocaba viajar por mi profesión, los extrañaba horrores. Por eso, ahora ni se me cruza por la cabeza estar sola." Mucho se dijo de los del Boca, que eran un clan, que no dejaban a Andrea ni a sol ni a sombra, que la hicieron trabajar desde muy chica. Pero lo cierto es que la actriz (36), hoy madre de una beba -Anna, de casi un año- continúa eligiendo a su familia. Hace poco afirmó: "No sé si voy a vivir para siempre con mis padres. Tal vez, en un futuro cercano, busque un lugar para estar con mi hija. Pero no estoy apurada, siempre me sentí ; muy apoyada por ellos. Además, no soy una mujer solitaria, me gusta estar con alguien. Nosotros somos muy tanos, pero ojo, mis padres nunca me coartaron la libertad." "Si me fuera a vivir sola, no podría mantener mi estilo de vida. Gasto mucha plata en salidas, ropa y zapatos", dice Mercedes Regueira, 25 años, a punto de recibirse de licenciada en Ciencias Económicas. "Cuando era chico, me imaginaba que a esta edad iba a estar casado. No sabía la cantidad de plata que se necesitaba", sostiene Alejandro Trimarchi, 28 años, profesor de Ciencias Religiosas y estudiante de Psicología. "Hoy para vivir solo, hay que hacer un esfuerzo extra humano", agrega María del Pilar Bravo, 26 años, técnica en Relaciones Públicas. "Estoy muy cómodo con mi familia. Ahora mi prioridad es perfeccionarme profesionalmente ", afirma Máximo Repetto, 26 años, ingeniero industrial. Estos testimonios y muchísimos más indican una nueva tendencia: los jóvenes de hoy -que ya cruzaron la barrera de los veinticinco años y, en muchos casos, trabajan y estudian, o ya son profesionales- se niegan a dejar la casa de mamá y papá. Algunos adoptan esta postura porque la plata no les alcanza para mantenerse solos; otros, porque son eternos estudiantes. Aunque también influyen la falta de madurez y una actitud demasiado permisiva de los padres. Los especialistas hablan de una nueva familia: formada íntegramente por adultos, de nuevos acuerdos de convivencia, de falta de responsabilidad, y de adolescencias prolongadas por una negación al compromiso. Aquí, los testimonios de todas las partes: hijos, padres, psicólogos y sociólogos. Alargar la crianza "La mayor libertad familiar que existe hoy (una característica innegable de nuestros tiempos) -asegura el psicólogo Alejandro Rozitchner- tiene sus consecuencias a favor y en contra. Si bien existe la cercanía, hay dificultad de madurar. Hay libertad y entendimiento, pero también indiferenciación entre padres e hijos. Esto provoca un límite en los desarrollos personales de ambos". Parte de esta dicotomía de sensaciones que se produce en el hogar, cuando ya se pasaron los veintipico, la padece en carne propia María del Pilar Bravo (26). Ella experimentó la independencia cuando decidió mudarse con su novio. Pero las cosas no funcionaron y ahora comparte otra vez el techo con su madre y sus hermanos. "La vuelta a casa fue muy difícil. Tuve que re-adaptarme a los horarios de los demás, resignar mis propios espacios y la libertad de invitar a mis amigos en cualquier momento. Por otra par te, también reconozco que disfruto de la vida en familia. Soy muy compañera de mi hermana y nos divertimos juntas", asegura Pilar, que trabaja en organización de eventos, congresos y exposiciones. Esta ambivalencia se repite en Alejandro Trimarchi (28) que aún vive con sus cuatro hermanos y sus padres y trabaja como docente. "Cuando hay varios adultos viviendo juntos, las cosas se complican -dice-. Nos chocamos, la casa se vuelve cada vez más chica y los horarios y las costumbres se distancian más. Cuando quiero leer, es todo un tema: mi hermano duerme y la luz le molesta. Y en el momento en que me gustaría descansar, él quiere practicar con su guitarra. Es difícil. Por otra parte, reconozco que me encanta tener a alguien con quien hablar cuando vuelvo de la facultad y disfruto el echo de comer en familia." Esta posibilidad de ser profesionales y, a la vez, seguir disfrutando de las ventajas de ser hijo tiene que ver con que, en los últimos tiempos, se disminuyeron las presiones sociales para casarse y tener hijos. Según la socióloga Silvia Barbieri, "Hoy en nuestro país es común ver a chicos de más de 25 años viviendo con papá y mamá. Es que, en general, los padres de estos jóvenes son más flexibles y comprensivos. Algunos hasta permiten que los/as novio/as duerman en el cuarto del hijo. En estos casos, las relaciones de familia cambian: se comparten los gastos, se hacen acuerdos de convivencia y reina un ambiente de camaradería ." #separador Una formación infinita Estudiar más de una carrera, especializarse en el exterior, iniciar una pasantía no rentada, hacer infinitos cursos... Los jóvenes de hoy parecen no querer dejar nunca de ser estudiantes. Prefieren invertir sus ahorros en capacitación laboral antes de lanzarse a la tan famosa independencia. "En estos tiempos que corren, parece ser más importante el perfeccionamiento laboral que la casa propia -continúa con su análisis la socióloga Barbieri-. Esto es posible porque en estas casas, en general, prevalecen la comprensión y la conciliación. Los padres suelen ser jóvenes y activos". Un buen ejemplo de lo que Barbieri teoriza es Máximo Repetto (26), un ingeniero industrial que trabaja en la gerencia de medio ambiente de Aeropuertos 2000. "Si quisiera, ahora podría mudarme solo -confiesa Máximo-, pero la verdad es que prefiero destinar ese dinero a un master en el exterior. Por suert e, tengo muy buena relación con mi familia, estoy muy cómodo, tengo libertades y nadie me corre para dejar mi casa. Sin dudas, el día que me vaya los voy a extrañar". En su caso, Máximo cuenta con el apoyo total de sus padres: "Deseo que él cumpla con todos sus deseos y consiga estudiar afuera como pretende -asegura Inés, su mamá y continúa-. Tenemos una muy buena relación y sé que acá está muy cómodo. Quiero que aproveche este momento de su vida y cumpla todas sus metas". Sin embargo, la psicóloga y presidente de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, Irene Loyácono, advierte: "Los padres que han sido demasiado permisivos con sus hijos les generan menos necesidad de independencia y, a la vez, les dan menos armas para enfrentar el mundo, una total falta de templanza. El seno de las familias acomodadas educó jóvenes poco tolerantes a las frustraciones. De all& iacute; que la gran mayoría de estos chicos no quiere menos que un tres ambientes bien ubicado para empezar su propia vida". Miedo a desplegar las alas Que la crisis económica no da tregua es un hecho irrefutable. Chicos que tienen trabajo y ahorros temen no poder conservarlos y por eso se niegan a abandonar el nido. "Creo que la mayoría de mis amigos -dice María del Pilar-, no se puede independizar por la terrible crisis que atraviesa el país. Hoy nadie tiene asegurada su continuidad en una empresa". En esto, coinciden Máximo, Mercedes y Alejandro: "La situación económica está muy difícil y cada vez se necesita más tiempo para juntar plata y casarte o irte a vivir solo". Sin embargo, ellos también reconocen que hay cierta comodidad en esta actitud. Alejandro admite que "ninguno de mis amigos vive solo: algunos porque no tienen plata y otros, simplemente, porque están cómodos con sus padres". Mercedes va más allá y asegura: "Trabajo en un banco privado y tengo mi propio sueldo. En casa estoy muy c ómoda: me preparan la comida, me lavan y planchan la ropa, no me exigen que participe de las tareas de la casa ni que aporte a la economía familiar. ¿Qué más puedo pedir? Todo esto me permite usar mi tiempo libre para terminar de estudiar. Y, si bien estoy ahorrando para mudarme sola, por ahora prefiero dedicarme a mi carrera y darme mis gustos. No me gustaría vivir como algunas de mis amigas que, por dejar a sus familias, están siempre ahorcadas y temen perder sus empleos. Tienen más libertades, pero viven preocupadas." Y en esto los especialistas también alzan la voz. Para Rozitchner, la familia tiene dos aspectos muy diferenciados: "Por un lado, es un refugio que protege; por el otro, es un refugio que impide crecer. La cuestión es lograr el equilibrio." Loyácono es más dura y afirma: "Estas adolescencias más prolongadas tienen que ver con chicos de maduración lenta y que retrasan su autonom&iac ute;a por la comodidad del hogar. Esto -en algunos casos- produce malestar y hasta el deseo de los propios padres a que el hijo abandone el techo familiar. Así, y de una vez por todas, desean poner punto final a un proceso de crianza que pareciera casi eterno." Finalmente, la socióloga Barbieri ve más aspectos positivos que negativos en este fenómeno: "Lo veo más como una postergación que como una negación a asumir compromisos. Personalmente, creo que los integrantes de esta nueva ´familia de adultos´ se enriquecen, porque cada uno hace su aporte y la información que se comparte es variadísima". #separador Lo primero es la familia Gabriela Sabatini y Andrea del Boca son dos símbolos de jóvenes exitosas que hasta pasados los 26 se negaron a dejar la casa paterna. Para justificar su decisión, la tenista decía: No me siento obligada a dejar la casa de mis padres. Allí me siento muy cómoda y disfruto de su compañía. Siempre fuimos una familia muy unida y, cuando me tocaba viajar por mi profesión, los extrañaba horrores. Por eso, ahora ni se me cruza por la cabeza estar sola." Mucho se dijo de los del Boca, que eran un clan, que no dejaban a Andrea ni a sol ni a sombra, que la hicieron trabajar desde muy chica. Pero lo cierto es que la actriz (36), hoy madre de una beba -Anna, de casi un año- continúa eligiendo a su familia. Hace poco afirmó: "No sé si voy a vivir para siempre con mis padres. Tal vez, en un futuro cercano, busque un lugar para estar con mi hija. Pero no estoy apurada, siempre me sentí ; muy apoyada por ellos. Además, no soy una mujer solitaria, me gusta estar con alguien. Nosotros somos muy tanos, pero ojo, mis padres nunca me coartaron la libertad." Me gusta · · Compartir A Sergio A. Hincapié V. y Lucia Alvarez les gusta esto. Lucia Alvarez Por una situacioòn que da a debate sociologico, el no abandonar la casa de los padres, aùn siendo exitosos, y conlleva relaciones intrafamiliares muchas veces rìspida, somos adultos, con formas de vida diferente, y cada uno desea seguir llevando su ri...Ver más 1 hora · Me gusta · 1 Tango Uruguay Rioplatense Sur Sergio A. Hincapié V.‎HUERTA URBANA - COMIDITA CASERA COLOMBIA 2 horas · para ti...

1 comentario: